domingo, 30 de diciembre de 2007

Y amaneció...

El frío llegaba a los huesos incesante, casi al punto de congelar el alma... por un momento las cobijas solían ser un refugio suficiente para no quedar a expensas de un resfriado inminente. Los vestigios de la fiesta de la noche anterior eran totalmente notorios en el suelo: botellas de cerveza, unos vasos vacíos, unos cuantos rotos, botellas de alcohol que descansaban sobre la barra, esperando un destino tal vez incierto, colillas de cigarro casi deshechas en el suelo...
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Casi amanecía y el cielo despuntaba un nuevo día con bellos tonos rojizos, dorados, amarillos, morados y azules. Él la abrazaba con inmensa ternura y sus palabras eran tan dulces; sin saber si era a causa del alcohol consumido o realmente eran palabras provinientes de lo más hondo del corazón, que su corazón se agitaba con fuerza en el pecho. Una alución a sus ojos, fue lo que hizo que ella entregara su alma en un beso.
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La madrugada se hizo corta en ese arrebato de pasión, el infortunio de no encontrar un refugio para demostrarse su amor, no impidió que pasaran unas cuantas horas, besándose y entregandose a si mismos hasta donde su alcanze les permitiera, sintiendo el calor de su piel, intentando llegar más allá a pesar de q sabían de que no lo lograrían. Por unos instantes sus miradas se cruzaron y con solo verse a los ojos se dijeron todo lo que tenían que decirse...
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Y amaneció...